miércoles, 18 de octubre de 2017

EL CAMBIO DE PLANO

   Lo primero que deberíamos de tener claro en el momento que ponemos los pies en este planeta es que antes o después vamos a volvernos a ir.

   Esto soltado así, en frío, suena cruel y desalentador; nacer para morir, vaya porquería de vida.
Y en realidad la orquestación de este juego es más sencilla y más amorosa que lo que se pueda juzgar a simple vista.

   Hemos encarnados para vivir las experiencias que nos corresponden, según los aprendizajes que decidimos, nosotros y sólo nosotros, venir a integrar en nuestro Ser.

   La mayor resistencia que podemos sentir es que vinimos sin esta previa explicación integrada (venimos a vivir ciertas experiencias, y cuando se den por concluidas o se bloqueen, por no poder llevarlas a cabo, nos iremos) ya que nadie nos lo ha contado , con lo cual, todo lo vivido es juzgado desde el Ego, desde el Ser encarnado y no desde la trascendencia de la conciencia, que sabe que todo esto es un mero escenario donde ensayar talentos, sacar maestrías y adquirir el máximo conocimiento en el tiempo que nos habíamos fijado para ello antes de encarnar.

   Hay ocasiones en las cuales la persona se pierde tanto en este mundo de la materia, del camino que venía a recorrer que como si de un botón de reinicio se tratara, se  le activa el protocolo de regreso,produciendose el abandono del plano físico. A eso lo hemos llamado morir.
Realmente no hemos muerto sólo hemos bloqueado la experiencia, porque ésta en vez de sumarnos aprendizaje, felicidad y apertura a una mayor sabiduría, comenzaba a enrollarse en sí misma dificultando aún más la limpieza de memorias patológicas* ,alojadas en nuestro sistema.

   A veces, estos cortes de existencia terrenal son tan rápidos y la persona (fallecido) ésta en un estado de ensoñación tan profundo, que aún después de abandonar el cuerpo no es consciente de que su existencia terrenal finalizó.

   Detrás de trágicas y repentinas muertes siempre hay una liberación para el Ser, aunque los que nos quedemos en la tierra lo vivamos fatal, con dolor y con sufrimiento; sintamos que el hueco que esa persona dejó en nosotros es irremplazable. Esa persona (fallecido) comienza un nuevo ciclo donde poder liberarse de las pesadas cargas acumuladas en su vida, para pasar a un estado más sutil donde no hay sufrimiento ni dolor.

   Algunas veces, hay que ayudar a que este Ser (fallecido) a que se haga conscientes del suceso que le hizo abandonar el cuerpo y despierte a su nueva realidad (al nuevo estado en el que va a continuar su existencia), y a ser capaz de desapegarse, que no digo olvidarse, de su paso por la tierra.

   La ayuda desde la tierra por los seres que aún estamos aquí encarnados es fundamental. El mayor apoyo que podemos brindarle a un fallecido es recordarlo en su grandeza y sonreírle con el corazón, aunque nuestros ojos derramen lágrimas; porque así colaboraremos en su
despertar, pudiendo transcender a sus apegos al mundo de la materia y  partir en paz hacia su nueva experiencia en la no forma. Las religiones han  denominado a esto como ir al cielo, al Paraíso, al Edén. Cada cual que lo llame como le plazca, pero por favor, intenten que la energía con la que recuerden a ese Ser(fallecido) que simplemente se fue de este plano antes que nosotros, sea desde la amorosidad y no desde el sufrimiento.

   Todos nos acabaremos yendo; así que por humanidad y en nuestro propio beneficio, recordemos y dejemos partir a ese Ser (que tanto queremos y con quien siempre estaremos conectado).


Un sincero abrazo a todos los que estáis pasando por un momento complicado.


Beatríz Álvarez







*Memorias patológicas: suma de experiencias vividas en esta o en otras vidas y/o planos, que no han sido sanadas y se han quedado almacenadas en nuestro sistema, para ser solucionadas en sucesivas experimentaciones. Siempre conllevan una carga emocional negativa.